Era una noche de verano calurosa y pegajosa, nuestro primer día de vacaciones con mi King, apenas llegamos al hotel empezamos a besarnos apasionadamente y una cosa llevo a la otra... Nos vimos entrelazados de placer y deseo chupándonos, lamiéndonos, acariciándonos... Mis pezones juguetones estallaban calientes dentro de mi top blanco mostrando claramente mi excitación... Me sentía tan caliente y mojada que no lo podía disimular... Mi marido me sonrió travieso y divertido dándome a entender con su mirada que sabía lo mucho que me hacia gozar su polla dura en mi boca... Disfruto tanto con el sexo oral que pese a sentirme totalmente satisfecha y enamorada de mi hombre no podía evitar imaginar comiéndome otra polla a la vez, ambos fantaseábamos juntos con jugar con una tercera persona cuando hacíamos el amor...

Mi respiración se aceleró al sentir un hombre frente a nosotros mirándonos fijamente, se veía sorprendido con la tarjeta de apertura de la habitación en la mano. Por algún motivo pasaron varios segundos y permaneció inmóvil, sin pronunciar una palabra, sin mover un musculo, quieto, mirándonos... no sé muy bien lo que sucedió a continuación, ¿que fue primero?... ¿la notoriedad y evidencia de una enorme erección debajo de su pantalón blanco de lino? ¿o mi boca y mi cuerpo ardientes sin dejar en ningún momento de lamer el rabo de mi marido...?
No sé si mi boca se acercó primero o fue él, pues nuestros cuerpos estaban ansiosos unos de otros. Miré a mi King y él asintió con la mirada: "Come Golosa, come..." y de un segundo a otro mi mayor fantasía se manifestó ante mi. Me vi con dos pollas erectas que masturbaba con mis manos, frotaba con mis tetas y lamia con mi lengua. Que sensación tan extraña recorrió mi cuerpo. Me sentía poderosa y libre a la vez... y eso me embriagó, suspiré y chupe ansiosa. Quería sentir como palpitaban ambas bien cargaditas de leche preparadas para vaciar todo su cargamento en mis tetas y mi boca...
Los sentía gemir y pedirme más, estremecerse cuando masajeaba sus huevos... jugaba con su cipote..., hasta que lo inevitable se hizo presente. Mi excitación era tan grande que me volví loca mamando sin parar y sintiendo todo la leche chorreando por mis pezones y mi cara..., su lefa estaba densa y era muy abundante. Me di un masaje con ella llegando al orgasmo al sentir su calor sobre mi cuerpo, que fue de los más largos de mi vida... suspirando y gimiendo como nunca... Mis dos amantes, mientras, acariciaban mi cuerpo... Cuando terminaron los suspiros me sentía en una nube, me acurruqué sobre mi King y mi nuevo amigo y solo pude decirles... ¡Quiero más!... a los tres nos dio la risa, esperamos unos instantes y nos pusimos de nuevo a ello...
Nunca supe de aquel extraño más que su nombre: "Javier", y que un día por error entro en nuestra habitación y descubrimos un mundo nuevo de fantasías y complicidad en pareja...
Esa fue mi primera vez... y desde entonces... quiero más...
Escrito por: Golosa
Comentarios
Publicar un comentario